Primero lo primero

El zarpazo inicial, el arranque del motor cerebral que más bien se asemeja a un hámster en su rueda persiguiendo su alimento. Lo rescatable de la segunda metáfora es que al menos, mientras tenga su comida frente a él, el hámster seguirá persiguiéndola. No así el motor que, a pesar de ser más veloz, necesita hidrocarburos y los últimos gasolinazos ya pegan al bolsillo, por lo que, en cuanto a maquinaria cerebral, prefiero al lento, seguro, confiable y barato hámster sobre el turbo cargado motor que sólo permite rápidas explosiones de razón.

Pero basta de tanta payasada quesque filosófica, el punto es que con este texto comienzo una etapa de mi vida que he pospuesto por huevón, sí huevón, pues ya hace dos años que me convencí y opte por la vocación del periodista. La elección en retrospectiva no se ve difícil, pero ¡vaya! Todo en retrospectiva parece fácil. La pelea interna por la elección era reñida, habiendo descartado con rapidez carreras como medicina, derecho, arquitectura o artes plásticas y dejando de lado los sueños güajiros de astronauta o futbolista, permanecían con esperanzas las ciencias experimentales, filosofía, fotografía y política.

Las primeras tenían a un fuerte candidato para el triunfo con la carrera de QFBT, cuyo nombre completo no te cabe en un twitt, pero ya que aquí no hay límites les diré que significa Químico-Fármaco-Bio-Tecnología. Esta carrera me ofrecía cumplir con el instinto curioso que me acompaño a lo largo de mi infancia, la química me encantaba, el genoma humano me sigue apasionando y me daba la oportunidad de ayudar a personas y de hacer un cambio real y significativo en sus vidas. Fué este quizás el oponente a vencer.

Filosofía y fotografía fueron los caballos negros que se colaron a las finales pero no lograron salir victoriosos. Filosofía quedo fuera por la misma razón por la que ha quedado fuera en otras contiendas "de filósofo te vas a morir de hambre" y como gustó del buen comer, tuve que dejarlo ir.
En cuanto a la fotografía como carrera me ofrecía la oportunidad seguir con un hobbie y con la única arte (además de la danza) que pude disfrutar como creador. Pero en su descripción fue descartada, pues me gustaba verla como hobbie, pero como profesión perdía su toque especial.

Por ultimo estaba la política, que tenía una gran restricción, pues a pesar de que me gusta e interesa, ejercerla es una carga que no estoy dispuesto a tomar. Entonces llegó la idea como por arte de magia, fue un momento ¡eureka! En este punto mi fervor por la política venció a la curiosidad experimental y la decisión fue más fácil que la misma retrospectiva que ahora hago.

Seré periodista, es la opción perfecta pues cumple con el contacto con el humano y el ayudarlo, el informarlo, involucra la literatura y ciencias humanas afines a la filosofía (aunque en realidad todo es afín a ella), se relaciona con la historia, con la curiosidad de descubrir más a fondo e investigar, con la fotografía también lo hace en un alto grado. En fin fueron estas las razones por las que terminé en el ITAM estudiando Relaciones Internacionales.

Así es, leyó bien. Relaciones internacionales, no periodismo.
¿Por qué? Se lo contaré en otro blog.

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