La mirada omnipotente

No es casualidad que la pregunta perenne por excelencia sea la de la existencia de uno o varios dioses o divinidades superiores en su naturaleza a de la humanidad. La humanidad por eones ha tenido y diversificado las creencias de este ente omni-todo, hasta incluso los famosos ateos, que se multiplican con las ciencias y la pos modernidad, se auto denominan así por haberse planteado la pregunta de la existencia de algo mayor. Está entonces inserto en nuestro ADN esté planteamiento de la divinidad y cada sociedad, cultura, civilización, religión e individuo la ha asimilado según su percepción de lo divino que, llamándole como quiera llamarle, ha derivado en diversas ideologías, ritos y formas de vivir. La mayoría de estas formas de vivir, por miedo quizá ante la grandeza, son aduladoras del ser divino, enaltecen su gracia y misericordia, alaban su creación para esperar a cambio una buena vida, o quizás sólo por agradecerle el haber otorgado la misma.

Pocos se atreverán a realizar el ejercicio que estoy a punto de hacer y, sin embargo, es una serie de facultades que se nos han otorgado en nuestra naturaleza y nos distinguen del resto del reino animal: la razón, la suposición y, hasta cierto punto, la empatía. Consiste pues en colocarnos en el lugar de este ser superior para analizar que es lo que esperaríamos de nosotros, la humanidad, su creación.

Yo tras ver el resultado de mi creación le diría al humano:

Ves esas manos que te he dado para labrar y construir, úsalas para construir casas, edificios, obras de arte que puedan disfrutar los que ahí, en la tierra, habitan contigo. No necesito tener casas en su realidad, no necesito templos para que alberguen a alguien que no está ahí. Crea, pero hazlo para ti y para tus semejantes. No busques edificarme una casa en el lugar que he creado para qué sea su hogar, suyo.

Entiende que la diversidad cultural que he plantado en la tierra fue para que cada día tengas algo nuevo que aprender y sacies esa curiosidad con la que te he creado, no para que se disputen la supremacía de una con otra. Sal, conoce, aprende y tolera a aquellos que, como tu, son creación mía y gozan de los mismo beneficios de ser mi obra.

Sí te di memoria no fue para que guardes rencor, sino para que aprendas del pasado, para que conozcas tus raíces y te identifiques con ellas. No generes odio por el pasado al ser rencoroso, que sí te di la facultad de odiar fue para enaltecer al amor, por lo mismo, haz notar que sí te di sentimientos como el miedo, su razón está en la existencia del coraje. Sí sientes angustia, si tienes prisa, o si estas calmado, es para que entiendas que el tiempo en la vida está contado y que debes vivir sin pensar en el cielo o el infierno, pues yo no los he creado a ustedes para castigarlos o premiarlos, sino para que vivan. Si hay obstáculos en la vida es para hacerla más entretenida; si hay amor fraternal y sexual es para que se sientan engrandecidos.

Así qué deja de orarme, pues mi trabajo esta hecho, el aliento de vida ya está en ustedes y de ustedes depende su destino. No me pidas buena fortuna, pues debes tu seducirla y atraerla hacia ti. No pretendas querer conocerme sólo a través de las "santas" escrituras pues estas son sólo la redacción de una posible historia. Conóceme en el presente, que el pasado escrito lo he dejado para su interpretación, ese ser al que se pretenden acercar leyendo no es otro que una versión anticuada de mi eternidad. Entonces que sea el ahora lo que te acerque a mi, siente la lluvia, admira los paisajes, conóceme con cada amanecer y con cada atardecer. Será en el momento en el que dejes de hacer las cosas para cumplir conmigo y para adorarme, cuando comiences a hacerlas para ti y para ustedes, será esta instancia de tu existencia la más cercana a mi divinidad.




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