Ha habido y habrá muchas dudas y expectativas ante el próximo partido del seleccionado nacional frente a su similar israelí: que si el negro Medina se lesiona quién lo sustituye, que si los europeos están en ritmo, quiénes serán los titulares, que si Chicharito o no Chicharito, a ver a donde demonios acomoda Don Piojo a Gio, que si pondrá en la contención a Salcido, etc. Pero hay una pregunta que, la mayoría de los mexicanos, no nos hacemos ¿a quién le vas? Claro ésta es fácil de contestar para más del 99% de la población, pero para aquellos que pertenecen a ese menos del 1% la pregunta lleva un trasfondo de identidad.
Me refiero no sólo a la comunidad judía de México, también a aquellos que la misma comunidad llama "asimilados", los incluyo pues a pesar de su supuesta lejanía de la religión e inclusive cuando los mismos niegan tener algún vínculo con Israel y se declaran ciudadanos del mundo, tienen el chip integrado por el cual no pueden evitar parar la oreja ante sonidos como "Israel"o "Judío". En este aspecto no tienen relevancia opiniones políticas ni ideologías, me refiero simplemente a una jerarquía de intereses, pues a final de cuentas una noticia sobre el medio oriente obtiene mayor relevancia que incluso cualquier dictador africano matando a sus ciudadanos.
La pregunta presenta a este grupo de MEXICANOS un gran dilema que arrastra como sombra el debate entre el ser un mexicano judío o un judío mexicano, un debate eterno que comenzó cuando el país que habitamos abrió sus puertas a las primeras generaciones de judíos provenientes de países europeos, occidentales y orientales, así como de la región árabe y que terminará sólo cuando el último judío deje esta nación. Esas primeras generaciones que huían de las persecuciones, pogromos, crisis y por supuesto el Holocausto Nazi. Aquellas que encontraron asilo en un país en un periodo de desarrollo, generaciones que vieron crecer al país, que vivieron y aún viven sus momentos críticos, que vieron morir a los estudiantes del 68, que lo vieron temblar y caer en el 85, que vieron la devaluación del "perro" Portillo, que celebraron junto a él dos mundiales y unos juegos olímpicos, que tuvieron hijos, nietos, bisnietos y ahora hasta tataranietos. ¿Cómo no agradecerle a una tierra que te ofrece respeto y tolerancia después de una vida de discriminación? ¿Cómo no involucrarse con el tremendo folklore? ¿Cómo no identificarse con el cálido carácter de su gente? ¿Cómo no estar satisfechos de poder vivir una vida digna? Claro que vivir aquí tiene sus defectos como la corrupción, violencia e inseguridad, que encabezan la interminable lista, sin embargo la sola razón de la permanencia judía en México, a pesar que a partir de 1948 los judíos del mundo tienen un lugar a donde ir, es argumento suficiente del fuerte vínculo que los une a esta tierra.


Cada uno tendrá sus conclusiones respecto al partido y más aún respecto a su ser judeo-mexicano o mexicano-judío. Seguramente muchos apoyarán a Israel solamente por llevar la contraria o porque se identifican más, y otros tantos, como yo, gritaran junto al resto de los mexicanos al son de la porra tricolor porque aquí nacimos y sobre todo porque aquí nos quedaremos aún teniendo la opción del estado judío.
Mi pronóstico: México 3 - 1 Israel
Mi pronóstico: México 3 - 1 Israel
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